Una crisis moderna
- Claudia Yanes
- Oct 21, 2024
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No conozco otras épocas, ni otras crisis, más que por libros de texto y las versiones de los que querían, pero, sobre todo, de los que podían contar la historia. Nunca va a ser la misma versión religiosa, por ejemplo, la que cuenta la iglesia en defensa y justificación de la santa inquisición, a la versión de aquellas mujeres que fueron quemadas en la hoguera acusadas de brujas o herejes, por leerse un libro, por tener relaciones íntimas no aprobadas socialmente o por pensar libremente. Esas mujeres no pudieron escribir, esa no es la historia que nos cuentan, lo que realmente pasó queda a la interpretación de los escépticos o a la fe ciega e irracional de los devotos.
En esta época, en mi época, ya es muy complicado silenciar una opinión. Existe internet, redes sociales, teléfonos de todo tipo. Los mensajes ya no los llevan palomas mensajeras ni hombres a caballo. En milisegundos el mundo expectante y carente de oficio se entera de cualquiera que sea la noticia publicada y no importa que tan rápido se tomen medidas para eliminarla de la red, siempre se filtra la información. Ya no son tiempos que se presten al ocultismo y la manipulación de la información, por lo tanto, estos tiempos son más tendientes a manipular la evidente crisis moral de las sociedades a favor de tergiversar la verdad.
Si, crisis moral, de las más graves conocidas. Nuestra actualidad, la de todo el mundo, presenta un candidato a la presidencia en USA que ha sido acusado por varios delitos graves, que es abiertamente estafador, homofóbico, xenofóbico, misógino, que tiene un lenguaje vulgar y ofensivo bastante distante de la imagen que una gran nación debería proyectar. En esta actualidad tenemos un Venezuela, con un presidente actual que ante los ojos de toda la famosa y buena para nada Comunidad Internacional se robó descaradamente unas elecciones y ha quedado impune, incluso teniendo en su colección desfachatada de tiranía a la carta una serie infinita de fotos y videos dejando constancia de asesinatos, campos de concentración, amenazas de muerte en la televisión en vivo, entre otros tantos ejemplos de dictadura declarada.
En estos tiempos “modernos”, donde se lanzan cohetes al espacio a diario, donde se visita la luna ya casi por deporte, donde hay bares que tienen robots atendiendo al cliente y donde la inteligencia artificial, está, a velocidades estrepitosas, sustituyendo a la inteligencia natural, tenemos lugares como Cuba. donde un gobierno corrupto, al que podemos comparar con un huracán categoría 5, ha hecho polvo un país por estarlo azotando por más de 60 años y hoy, son capaces de dejar sin electricidad a la isla por 3 días consecutivos, sin más repercusión que los cubanos en el extranjero molestos, a los cuales, para variar, nadie escucha. También tenemos un Medio Oriente y muchos de esos países que conforman una región del mundo entre Asia y África, donde las mujeres aún no tienen derechos, donde son tratadas como objeto sin valor y donde el sólo hecho de nacer mujer ya implica una desgracia.
Estas cosas no son lo peor de todo, lo peor es la cantidad de humanos a lo largo del planeta que apoyan esas causas, personas e ideologías. Lo peor es lo que el dinero puede comprar, que nada tiene que ver con la humanidad, sino con la gran crisis moral que existe actualmente. No importa que noticia haya en una red social, siempre hay cientos de comentarios ofensivos e incluso discusiones entre personas de cualquier latitud que no se conocen entre sí y se odian por pensar diferente. El morbo de perseguir las noticias, de compartirla mientras más triste, catastrófica y repugnante sea. Cuando, por ejemplo, muere un artista o una figura pública, las personas no se limitan a dar su pésame, también dan su opinión, en ocasiones para nada benevolente y olvidan que esa persona, quien quiera que sea, es un humano y tiene familia, es alguien también de carne y hueso. Olvidan el respeto y los limiten, la compasión, la empatía. Todos dan su opinión como si se la hubieran pedido, como si fueran críticos de cine barato y con una carrera frustrada, analizando qué paso y por qué, buscando fotos y comentarios.
Cuando murió Mathew Perry, el mundialmente conocido Chandler de los Friends, a los fans nos bastó con hacer un luto y un homenaje simple. El dolor, cuando es real, no necesita ser tan público. No soy artista, sólo un fan más, por lo que me limito a respetar y tener el duelo que en mi caso compete. Pero eso no es lo que se vio en las redes, las personas exigían las declaraciones de los demás actores de Friends. Deténganse un momento a pensar en lo enfermizo que suena eso: ¿los fans necesitaban sentir que los demás actores estaban sufriendo también para alimentar su morbo?, pues si, exactamente eso fue lo que sucedió.
Ahora otra persona que admiro ha muerto, Liam Payne de One Direction. Un chico joven y super talentoso se fue antes del tiempo que en nuestra mente tenemos estimado que debe vivir un humano promedio. Muy triste y es innegable que nadie esperaba eso. Los tributos, los homenajes, las cartas, la gente cantando su música, todo eso es lindo, son demostraciones de amor y eso siempre estará bien. Pero saber si se lanzó del balcón porque estaba drogado, que tipo de droga fue, si tuvo problemas con la novia, si estaba deprimido, si estaba consciente o inconsciente, ya eso nos aleja del tema principal, que es la muerte de un ídolo musical. Lo demás ya es el famoso y asqueroso morbo, que aleja a los humanos de la consciencia de notar que ese chico tiene una madre, un hijo, hermanas y todos ellos ven las fotos, las publicaciones y están pasando un duelo fuerte, para enfrentarse además a ese nivel sádico de apatía.
La humanidad se ha alejado bastante del concepto que nos describe. Ya las guerras no son por extender territorios o adquirir riquezas. Ahora las guerras son dirigidas por un jefe que, desde la comodidad y seguridad de su casa, envía jóvenes soldados a pelear una causa en la que posiblemente no creen y de la cual regresan o sin vida o sin integridad mental. Guerras que son más basadas en odio, en discrepancias, en desigualdades o simplemente en necesidad de demostrar quién manda, sin importar todos los que, por debajo, luego son denominados daños colaterales.
En esta sociedad y soy específica, en el siglo XXI D.C, las personas creen las noticias que salen en facebook, aun siendo una de las fuentes menos confiables que existen. Cualquiera se cree artista y aun diciendo una grosería lo convierten en famoso, le hacen ganar millones y lo ponen en televisión. Tik Tok es el nuevo paseo de la fama, todos son bailarines, comediantes y periodistas. Ya no hace falta ir a la universidad para ganar dinero, una foto de tus pies en onlyfans y pum, vives de eso. Es más que una crisis, es un total desastre moral el que estamos viviendo. Hay tutoriales en internet de cómo hacer casi todas las cosas que constituyen delitos, las canciones hablan de sexo y drogas, no hay películas sin escenas de desnudo. Ahora se vende más caro un concierto de Bad Bunny que de Bocelli, y se vende por millones catalogada como arte moderno una banana pegada en un cuadro con cinta adhesiva.
Hace poco leí una noticia de que en Indonesia una escuela primaria estaba comenzando a implementar la lectura con libros físicos, porque después de varios estudios habían llegado a la conclusión que los estudiantes leyendo en los tablets y teléfonos, estaban retrasándose en el aprendizaje. ¡Menudo descubrimiento! ¿O sea que en Asia no leen nada que no sea tecnológico? Si cuando yo lo digo, no nos invaden los extraterrestres porque no les interesa. La modernidad es una absoluta involución en la mayoría de los sectores visibles. La generación que aportó al arte, a la ciencia, a la arquitectura y todas las formas revolucionarias de hacer de este mundo un lugar mejor, o están en libros o están muy mayores y pronto serán solo legado.
El respeto a la opinión ajena es elemental para todo tipo de relación humana. Pero las creencias que distancian a los humanos actuales no son cuestión de respeto sino de valores. Si eres xenófobo, racista, homofóbico, asesino, violador, estafador, si abandonaste a tu hijo, si golpeas a tu esposa (so)…no es que respete o no tu criterio o personalidad, es que somos dos clases diferentes de persona. Un fascista no es mi amigo, un comunista no es mi amigo, un tirano o un traidor no es mi amigo. No es cuestión de diferencia de opiniones, es diferencia de valores morales.
Por suerte queda mucha humanidad y a esa me apego. A esas personas que recogen la basura de la calle, aunque no la hayan lanzado ellos, a esos que rescatan animales o crían hijos ajenos, a esos humanos que ayudan a cuidar del planeta y todos los días hacen del pedacito de mundo que les toca un lugar mejor. Me apego a esos humanos que viven la vida bonita, que cuidan el arte, la historia y la música, que respetan al prójimo, que son amables. Me apego a esos humanos que saben estar sin un teléfono en una reunión social y que saben darle a cada ocasión su justa atención. Como escuché decir una vez a alguien muy sabio: ¡de los buenos siempre somos más…y que alivio!
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