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La ciberbobería

  • Writer: Claudia Yanes
    Claudia Yanes
  • Oct 22, 2024
  • 4 min read

Resulta que hace poco escuché decir que: Gracias a Dios la pasada generación estudió medicina, ingeniería, ciencia y humanidades, porque si en el próximo siglo tenemos una nueva pandemia, no sabemos cómo la solucionaremos con tantos TikTokers , YouTubers e influencers.

Creo que eso intentó ser un comentario gracioso, pero en verdad me generó mi tan necesaria polémica. Ciertamente la tecnología ha pasado de ser un instrumento a nuestro favor para convertirse en un instrumento de control y dominación humana. Siempre he notado que el ser humano es altamente manipulable, así que no me extraña que ese haya sido el objetivo desde el principio. Pero en el reciente año 2020, en particular, la permanencia obligatoria en los hogares trajo como consecuencia un brote de creatividad (y otro de mediocridad) casi exuberante. Muchas personas se tomaron el tiempo de llevar a las diferentes redes sociales sus diversos talentos y así se pasó una cuarentena mundial un poco más amena.

El único que tiene derecho a tener un canal de cocina no es un chef 3 estrellas Michelin. No sólo tienen que cantar los que fueron a escuela profesional y recibieron clases de vocalización. No sólo actúan bien las personas formadas en academia.

Hay muchísimas personas talentosas que por accidentes geográficos, mala economía y falta de oportunidad, no han podido llegar a un reconocimiento público e internacional, en muchos de esos casos son tanto o más virtuosos que los que ya se reconocen como figura pública.

Si YouTube, Tik Tok, Instagram y Facebook han creado un mecanismo de ingresos monetarios y hay personas que creen en eso y logran su objetivo, pues me parece fantástico. Porque todos los que critican ese estilo de vida, también buscan el video para saber cómo conectar un cable, aprender a bailar o hacer ejercicios, que alguien ya puso en YouTube.

Las redes sociales han invadido el mundo y ciertamente son un entretenimiento fascinante. La industria, las comunicaciones, la tecnología, la ciencia, la docencia...todo, absolutamente todo se maneja por redes sociales y eso es una hazaña de nuestro siglo. No podemos pretender vivir en el pasado, porque el pasado ya es historia, solo contamos con este presente y de nosotros depende vivirlo bien o mal.

No es menos cierto que siempre necesitaremos médicos y siempre los habrá, porque jamás todo es general. Siempre habrán guardabosques y costureras, premios Nobel y personas que bailen en la calle para grabarse y subirlo a una nueva publicación, porque la variedad existe y es fantástico que así sea.

La libertad es una palabra hermosa y debería convertirse en una realidad constante. Si no les gusta lo que hace un artista determinado no lo sigan, no lo critiquen, no lo vean, no lo escuchen. A usted nadie lo obliga a estar donde no quiere estar. Si cree que tik tok es una basura, pues no se cree una cuenta y listo.

Puede que muchas de las cosas que suceden en su vida no sean su decisión, pero su actitud al reaccionar ante ellas si que lo es. Seguir a Luis Fonsi en sus redes para cuestionarle que en medio de una pandemia el está en un yate con su familia tomando champagne, no denota que él hace algo mal, simplemente argumenta tu extrema mediocridad. Luis Fonsi es un artista que le da color a la vida de millones de personas con su música, lo que tiene se lo merece y usted no tiene nada, justo porque se preocupa más por la vida ajena que por la suya.

Si, hacen falta personas con oficio, hacen falta profesionales y científicos, pero también hacen falta personas felices, de esas que son bellas porque se creen bellas y bailan y cantan y aún cuando hacen el ridículo nos hacen reír. Hace falta más compasión y más respeto en el mundo. Sobre todo hace falta ya un poco de humanidad, ya no le llegamos al concepto original y eso es más preocupante que la generación cibernética imperante.

Me preocupa mucho más cuando le dan el premio a mejor compositor del año a Bad Bunny y cuando escucho a la conductora de un programa de radio famoso en Florida hablar con faltas ortográficas. Eso me preocupa más que un canal de YouTube de alguien que quiere mostrar su talento y tiene un sueño.

Me preocupa mucho más la legalización de las drogas en USA y algunos otros países que una cuenta de influencer en IG, porque al paso que vamos se perderá el nivel de consciencia y la única diferencia que poseemos con el resto del reino animal, pasaremos a ser una manada de obtusos dependientes y autómatas, controlados por plantas y polvos, impotentes sexuales y mentales, perreandole a la vida y con la evolución amputada.

Hay realidades mucho más preocupantes que un par de millones de personas divertidas y entusiastas que usan las redes para repartir amor y buena vibra.

Si quieres cambiar el mundo, cambia tú, es lo único que puedes controlar.

 
 
 

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