En un mundo donde vive Alejandro Sanz, no cabe Bad Bunny.
- Claudia Yanes
- Oct 22, 2024
- 3 min read

Recuerdo mucho la canción de Alejandro Sanz donde dice: “...que Dios guarde la música en su inmensidad...”. Querido Alejandro: Sí que han tocado la música, la han maltratado, la han sexualizado y la han ofendido, pero lo peor de todo, es que no es impuesto, a la gente le gusta, la gente lo elige, la gente lo compra, ¡la gente lo canta!
En esta generación los payasos ya no son diversión en las fiestas, ahora dan miedo porque tienes roles de asesinos en películas. En esta generación los niños llaman al 911 cuando un padre les alza la voz para aleccionarlos y se educan viendo videos en YouTube sin supervisión adulta, formándose en la incomunicación de los lenguajes cavernarios primarios y la deshumanización de las redes. En esta generación las personas ya no llaman para felicitar por un cumpleaños, sino que dejan una postal que estaba predeterminada con un mensaje de texto. Ya no hay abrazos, ya no hay cafés...
En esta generación el “trap” se considera música y los jóvenes lo cantan imitando a sus ídolos mientras simulan tener pistolas en sus bolsillos y drogas en sus manos, porque eso es “estar a la moda”. En esta generación las mujeres han vuelto a ser objetos sexuales, ahora por elección propia. En esta generación los niños son graciosos si dicen las palabras obscenas del cantante de turno.
En esta generación acudo a las redes a esparcirme y tengo que tolerar ver como personas aprueban el hecho de que Bad Bunny haya ganado premio a mejor compositor del año, porque dice las cosas como son, porque es atrevido, porque representa a la nueva generación, etc etc.
Con el debido respeto al criterio ajeno, este es el mío: Bad Bunny es un idiota que ni canta ni habla correctamente, habla de sexo en eso que él llama canción y se la pasa promoviendo las drogas, el alcohol y las orgías. Siempre le quita la mujer a alguien porque seguramente por el mismo no se puede conseguir una.
A algún productor inteligente se le ocurrió que a esta nueva generación de descerebrados les hacía falta un icono así y no se equivocó, lo convirtieron en millonario y ahora anda ese ridículo muchacho creyéndose que en efecto es el mejor compositor del año.
Decir las cosas como son no es lo mismo que admitir las groserías como expresión del arte, también todos vamos al baño y expulsamos gases y hacemos cosas que por pudor no publicamos, ¿hasta donde llevaremos está aberración? ¿Donde están los límites? Si quiere cantar Bad Bunny, que cante, si quieren cantar ustedes con él, también háganlo, pero no pongan eso en la radio ni lo premien como si fuera algo en lo más mínimo aceptable, es abominable pensar que tiene aceptación una grosería como esa y mucho más que le llamen música. Es una ofensa al arte y al oído culto.
Con razón no hay invasión extraterrestre, no me extraña nada, es mejor esperar a que nos auto destruyamos, a eso vamos y por lo que veo, estamos comenzando por los tímpanos.
Hace unos días me preguntaba por qué mi canal de cocina “Clau y Giz Kitchen” tiene tan pocos seguidores si mi trabajo es decente y agradable. Ya encontré el por qué: primero hay que invertir dinero para que te vean, las redes no funcionan por talento, sino por economía. Segundo, el nombre de mi canal no es pegajoso, si hubiese puesto algo así como “Cocina orgásmica” quizá ya hubiese llegado al millón.
Lo que sucede es, que al fin y al cabo, soy hija de Cervantes, amo la poesía y amo la buena música, amo los valores que nos hicieron humanos y sigo teniendo fe en el mejoramiento y en la utilidad de la virtud, como decía Martí. Puede que en mi canal de YouTube solo me siga la mitad de la población, pero de seguro será la mejor mitad.
Quiero pensar que aún no todo está perdido, puesto que algunos seguimos (y seguiremos) pensando que en un mundo donde vive Alejandro Sanz no cabe Bad Bunny.
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